Cuando Eleanor Sillerico tenía 15 años quería ser doctora. Sin embargo, después de trabajar como voluntaria en una clínica local en su natal La Paz, Bolivia, se sintió más atraída por grandes proyectos de infraestructura que ayudan a las personas a desplazarse. Hoy, la pasión y dedicación de Sillerico como ingeniera civil la han llevado a diversas partes del mundo para realizar grandes e importantes proyectos. Y desde noviembre de 2019, es directora de construcción de túneles de la sección 3 del Proyecto de Tránsito de Extensión de la línea morada (D) de Metro.
Su amor por la ingeniería llegó de la mano de su papá, también ingeniero civil. “Él compartió conmigo sus libros y planos cuando yo era estudiante. Mi papá me enseñó sobre materiales y equipos de construcción”, recuerda. Su padre se especializa en ingeniería hidráulica, que implica la construcción de represas para proporcionar agua potable —algo muy necesario en Bolivia. Varias veces acudió con su familia a ver inauguraciones de nuevas obras. “Me impresionó ver todo el beneficio que una represa podía traer a cientos de familias con sistemas de riego”.
La misma sensación tenía cuando su padre construía carreteras en zonas rurales. “La gente pasaba de conducir de tierra a asfalto, lo que mejoró la movilidad para conectar con otros pueblos y ayudó a reducir el tiempo de viaje. Ahí me di cuenta del impacto que las estructuras pueden tener en una comunidad y en una ciudad”.
En Bolivia, Sillerico supervisó la construcción de carreteras. Luego, se mudó a España donde hizo dos maestrías, una en túneles y otra en geotecnia —para aprender sobre el comportamiento del suelo y su interacción con las estructuras. Fue contratada en una de las cinco constructoras más grandes de España, donde estuvo siete años ayudando a construir túneles en Madrid y Málaga. Después, se fue a Inglaterra y trabajó en el Proyecto Crossrail, una línea ferroviaria de 26 millas que pasa por debajo del centro de Londres. La transfirieron a Georgia, un país en la intersección entre Europa y Asia, para trabajar en un proyecto hidroeléctrico que incluía 20 millas de túneles. Tras ello, volvió a Londres a trabajar en el diseño de algunos de los túneles del nuevo ferrocarril de alta velocidad británico HS2 que conecta Londres con el norte de Inglaterra.
Fue precisamente por su experiencia en túneles que Metro le dio la bienvenida al equipo del Proyecto de Tránsito de Extensión de la línea morada (D), que busca expandir la Línea D hacia el oeste con siete nuevas estaciones desde el distrito Mid-Wilshire hasta el oeste de Los Ángeles. Sillerico brinda apoyo en la gestión de la construcción para la concretar 2.56 millas de túneles y pasajes transversales en la sección 3, cuya inauguración se prevé para 2027.
“Me llamó la atención la magnitud del proyecto de Metro y me emocionó estar involucrada desde el principio usando la tuneladora (TBM) [una máquina similar a un cabezal giratorio con cuchillas que ayuda a excavar a través de roca y suelo]”, expresa la ingeniera. Explica que construir con tuneladora es muy moderno porque, a medida que la tuneladora excava, también crea una capa de revestimiento inicial para el túnel. “En el caso de la línea morada, la estructura es un revestimiento de hormigón armado de 13 pulgadas de espesor. Es muy seguro”, afirma. Ella también se encarga de comprobar la velocidad a la que se desplaza la máquina, el empuje contra el suelo y la presión frontal, entre otras cosas.
“Los túneles son desafíos fascinantes”, dice Sillerico. Entre estos retos, la profundidad es un factor importante —por ejemplo, la sección 3 de la línea morada tiene casi 120 pies de profundidad en el lugar más profundo. Entre otros desafíos, está la iluminación, la ventilación y la temperatura que siempre serán diferentes a las del nivel de la superficie.
Además, abordar nuevos proyectos es algo que Sillerico disfruta mucho. “Cuando construyes un túnel va del punto A al punto B y terminarlo es gratificante. Luego, vuelves a empezar de cero”. En agosto pasado, Sillerico fue a Londres por su cumpleaños, tomó el Crossrail —llamado Elizabeth Line en honor a la reina Isabell II— y se emocionó al pasear por las estaciones que ella ayudó a diseñar y construir (Liverpool St. y Whitechapel). “Me quedé horas ahí pensando en el esfuerzo que requirió. Ahora se ve todo limpio y bien iluminado, pero durante la excavación, solo había un hueco en la tierra con trabajadores cubiertos de polvo. La construcción de túneles es sacrificada”.
Sillerico siente orgullo de ser una latina involucrada en proyectos que dejan huella. Hace unos meses, fue invitada a compartir sus experiencias profesionales con estudiantes universitarios de ingeniería en Bolivia, donde los animó a esforzarse en sus carreras y les dijo que pueden llegar lejos. “También fue un mensaje para las mujeres”, dice. “De las pocas que completan su carrera, las ingenieras se centran en la construcción de carreteras, edificios, puentes y presas, pero hay pocas que se especializan en túneles”.
Cuenta que a lo largo de sus 20 años de carrera en un “negocio de hombres”, se ha encontrado con algunos que han tratado de minimizar sus logros. “Si eres mujer, el reto para llegar a puestos de liderazgo se duplica, pero no hay que rendirse. Si eres dedicada, estás dispuesta a escuchar críticas constructivas y a aprender, sin importar cuánto sepas, créeme que sí lo puedes lograr”.