La fiebre del Labubu llega a Metro: la creatividad de una operadora de autobús arranca sonrisas en la comunidad

La operadora de autobús Reyna Alfaro junto a su Labubu. / Fotos: Mey Mitteenn.

Cuando Reyna Alfaro, quien es operadora de autobús de Metro, abrió el pequeño paquete que le envió su cuñada, se encontró a una criatura  de dientes puntiagudos, de mirada traviesa y sonrisa burlona que la miraba fijamente. “Era un Labubu”, recuerda Reyna. “Los había visto antes y sabía que la gente los coleccionaba, pero no entendía a qué se debía la locura de tener uno”.

Su cuñada llevaba semanas intentando conseguir uno de estos peluches de vinilo en la página web de Pop Mart. Un día, se preparó bien con varios dispositivos listos para comprar. “Fue una locura, pero logró agarrar cuatro [figuras que vienen en una caja sorpresa]”, dice Reyna. Su Labubu resultó ser uno llamado “Soy Milk”, una versión color beige que aunque se suena sencillo, ella  no imaginaba que le abriría las puertas a un mundo completamente nuevo.

Si has visto TikTok o Instagram últimamente, es probable que sepas sobre la fiebre del Labubu. Este muñequito, creado por el artista coreano Kasing Lung, es un objeto coleccionable que se ha convertido en tendencia mundial. Los Labubus no son solo juguetes para niños, sino que se han vuelto accesorios de moda para adultos. Los fans les compran ropa, los enganchan a sus bolsos e intercambian ediciones raras en línea. Incluso celebridades como Rihanna, Lisa de Blackpink y Cher han sido vistas llevándolos como parte de su vestuario.

El furor es tan grande que incluso hay tiendas enteras vendiendo ropa para Labubu, hay máquinas expendedoras ofreciendo accesorios y hay videos virales de este juguete dominando las redes sociales. Dentro de poco, la compañía va a lanzar un mini Labubu que puedes colgar en tu teléfono —así que vete preparando para otra ola de Labubu-manía.

Al principio, Reyna no sabía qué hacer con su Labubu. Luego vio por Internet que las personas compraban pequeños atuendos para que el juguete se vea como una mini versión de ellos mismos. “Empecé a ver toda la ropita que había y me pareció adorable”, dice. Sus redes se llenaron de videos de Labubu y sus amigos empezaron a publicar fotos de este muñeco. Reyna se enganchó a la tendencia. “Pensé que esto era como una versión de la moda de los Beanie Babies [de los 90]”, dice.

Fue así que empezó a buscar un atuendo que la refleje. Visitó tiendas tipo pop-ups y un centro comercial, incluso fue hasta Santee Alley en el centro de Los Ángeles, pero nada llamó su atención. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de buscar un uniforme de Metro. “Vi a un Labubu vestido con el uniforme de UPS, FedEx e incluso de Costco, pero nada que ver conmigo”, dice la operadora de autobús.


Su suegra, quien es muy buena para coser, se ofreció a ayudarla. Reyna recordó que tenía un uniforme viejo de Metro que ya no le quedaba y se lo entregó para este proyecto. A los días, su Labubu lucía una diminuta camisa con un botón, pantalones oscuros y corbata. El toque final llegó después: unos zapatos negros brillantes que consiguió por diez dólares.

“Cuando lo vi, me quedé sorprendida”, dice Reyna. “Esta cosita se parecía mucho a mí. Me dio muchísima alegría”.



Lo llamó “Metro Bu” y empezó a llevarlo en su mochila. Enseguida, la gente empezó a fijarse en el muñequito. “Yo tomo el autobús para ir al trabajo y volver a casa y, ni bien los pasajeros lo vieron, empezaron a preguntar si podían tomarle fotos”, recuerda Reyna. “Algunos preguntaban dónde había comprado la ropita y otros, incluso se abrieron a contarme que tenían algún familiar que también trabaja en Metro”. De repente, un pequeño juguete abrió la puerta a conocer a muchas más personas de la comunidad.

A sus compañeros de trabajo también les encantó cómo se veía el Labubu con la ropa de Metro, y otros hasta le preguntaron si su suegra podía coser uniformes para sus Labubus. “Esto se ha convertido en algo especial”, dice. “No solo me alegra a mí, sino que también hace sonreír a otras personas. Eso es lo mejor de todo”.

De guardia de seguridad a operadora de autobús

Reyna suele llevar su Labubu en la mochila cuando va camino al trabajo.

Antes de conducir autobuses, Reyna dirigía a un equipo de seguridad. Pero luego le entraron ganas de dedicarse al volante. “Siempre pensé en conducir, ya sea un autobús o un camión grande”, explica. Pero no quería pasar días lejos de su familia en un camión y estar sola en la cabina. “En Metro, encontré justo lo que buscaba: podía conducir y seguir interactuando con el público. Fue perfecto”, dice Reyna, quien ha usado el transporte público desde los 15 años.

Desde hace tres años y medio Reyna trabaja en la División 9 en El Monte y opera la Línea J (Línea 950), transportando pasajeros desde El Monte hasta San Pedro.

Afirma que la paciencia, la observación y un deseo genuino de ayudar a la gente son cualidades clave para ser operadora de autobús. A Reyna le gusta transportar a la gente, especialmente a las personas mayores. “Mi madre lleva 30 años viviendo en este país y nunca ha conducido. Siempre ha dependido del transporte público”, dice Reyna. “Por eso cuando veo a un pasajero mayor, pienso que se trata de mi mamá”.

Ser bilingüe también le ayuda a Reyna a crear conexión con los pasajeros. Sus padres son de El Salvador y ella creció hablando español. En el autobús, esa habilidad marca la diferencia. “No todos son expertos en tecnología. A veces les explico en español qué aplicaciones pueden usar, qué ruta tomar o a qué número llamar para recibir ayuda. Es importante que la gente se sienta cómoda”.

Ya sea creándole ropa de Metro a su Labubu o ayudando a personas mayores, Reyna se asegura de que su trabajo sea más que simplemente llevar a la gente de un punto a otro.

Ella también busca maneras de estar involucrada con los eventos de Metro. Ha marchado en el desfile LGBTQ+ de la agencia, ha participado en videos de operadores de autobuses bailando para las redes sociales de Metro y, fuera del trabajo, anima al Angel City Football Club como parte del grupo que apoya al equipo llamado “Poderosas”, e incluso se le ocurrió la idea de que Metro mostrara el nombre del ACFC en los letreros de los autobuses, algo que ya se ha implementado.

En definitiva, Reyna afirma que Metro le ofrece algo que sus trabajos anteriores no le ofrecieron: la oportunidad de divertirse. “Mi trabajo anterior era solo de negocios”, dice. “En Metro es diferente. Hay un ambiente divertido y eso me hace disfrutar mucho este trabajo”.

Por eso anima a otras personas a intentar se operador de autobús. “Es mucho más divertido de lo que la gente piensa”, dice. “Y si el autobús no es para ti, hay otros caminos que puedes seguir, como transferirte al tren, solicitar empleos de oficina. Hay muchas oportunidades para crecer dentro de la agencia”.

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