Cómo el programa Adopta una bicicleta de Metro brinda movilidad y alegría a las familias afectadas por los incendios

La noche del 7 de enero, la casa de Rafaela Márquez en Altadena se quedó sin electricidad debido a los vientos de más de 70 millas por hora. Tenía poca señal. No podía ver las noticias ni escuchar la radio con claridad. Ya de madrugada, recibió una orden de evacuación debido al incendio Eaton.

“El fuego se veía lejos, pero el olor a humo dificultaba respirar”, recuerda. Rápidamente empacó una muda de ropa, un par de zapatos y un cepillo de dientes para ella y otra mochila igual para su hijo Sebastián, de 6 años, quien solo tuvo tiempo de agarrar su peluche favorito. Después de la medianoche, evacuaron junto a otros familiares en un auto, pensando que regresarían al día siguiente.

Horas después, Rafaela se enteró de que su casa se había quemado por completo. “Lloré muchísimo y me sentí frustrada. Nosotros vivmos en esa casa durante 30 años”, dice. Las llamas también destruyeron su auto, sus bicicletas y las casas de las familias donde trabajaba cuidando a otros niños. En cuestión de horas, lo perdió todo: su casa, su transporte y su trabajo.

Tras pasar 11 días en un Airbnb, Rafaela y su familia consiguieron alquilar una casa en Pasadena. Pero sin coche, desplazarse era difícil. “Al principio, llevaba a mi hijo a la escuela en autobús y luego caminaba 40 minutos de vuelta a casa para ahorrar en el pasaje”, explica.

Las cosas mejoraron cuando vio un folleto en la Biblioteca de Altadena sobre Adopt-A-Bike (Adopta una Bicicleta), un programa de Metro que proporciona bicicletas gratuitas a personas de comunidades de bajos recursos del condado de Los Ángeles. Rafaela solicitó la ayuda por Internet. “No soy muy buena con la tecnología, pero llenar la solicitud se me hizo fácil”, dice.

Rafaela Márquez recibió una bicicleta hace poco más de un mes. / Foto: cortesía de la Organización Day One.

En tan solo cuatro años, Adopt-A-Bike ha distribuido cerca de 4,600 bicicletas, convirtiéndose en el programa más grande de su tipo en el país. ¿Cómo funciona? Cuando los usuarios dejan sus bicicletas en el sistema de Metro, estas se envían al Departamento de Objetos Perdidos de la agencia. Si no son reclamadas durante más de 90 días, pasan a ser propiedad de la agencia, según lo exige la ley de California.

Rafaela y su hijo Sebastián pasean en bicicleta durante el fin de semana.

En lugar de vender las bicicletas no reclamadas como chatarra, Metro colabora con cinco organizaciones locales que reciben pequeñas subvenciones para repararlas e identificar a las personas más necesitadas: personas que pueden usarlas para ir a la escuela, al trabajo o para sus actividades recreativas. Poco después de los incendios en Los Ángeles a inicios de año, el programa y las organizaciones lanzaron una campaña especial para recolectar bicicletas y donarlas específicamente para las familias afectadas. Hasta la fecha, se han donado unas 250 bicicletas a las víctimas de los incendios este año.

Hace un mes, Rafaela recibió una bicicleta tipo cargo, que ahora usa para ir al supermercado, recoger medicamentos en la farmacia y pedir libros prestados de la bibliotea para las tareas de su hijo. “Creo que Adopta una Bicicleta es un programa fantástico que realmente ayuda a personas como yo que han perdido su coche”, dice. “Además, ahorras porque la bicicleta no necesita gasolina”.

Su hijo Sebastián también recibió una bicicleta pequeña con rueditas. “Perdió todos sus juguetes en el incendio”, dice, “y esto lo ha puesto muy contento”.

Una bicicleta, una sonrisa para los niños

Para muchas familias afectadas por el incendio de Eaton, la pérdida fue total: casas, vehículos, recuerdos e incluso los juguetes más queridos de decenas de niños.

Richard Stebbins, esposo y padre de dos hijos, también perdió su hogar en Altadena. Se enteró del programa Adopta una Bicicleta a través de una organización comunitaria en el Valle de San Gabriel. Aunque no estaba seguro de si cumplía los requisitos, llenó el formulario.

“Me sorprendió y me alegré cuando nos dijeron que recibiríamos bicicletas, y hasta con cascos”, dice. Su hijo Jack, de 11 años, estaba tan emocionado que se subió enseguida. “¡Son mejores que las que teníamos antes!”, exclamó su hija Luna, de 6 años, al ver su nueva bicicleta color lavanda con brillitos.

Luna Stebbins monta con rueditas de entrenamiento mientras aprende a mantener el equilibrio en su nueva bicicleta. / Fotos: cortesía de Richard Stebbins.

Richard evacuó a su familia pensando que volverían a casa en cuestión de días. Empacó ropa y provisiones para su perro y su gato. “La casa desapareció en cuestión de horas. Me arrepiento de haber dejado mi computadora. Tenía todas nuestras fotos y videos familiares que no había respaldado en la nube. Eso es irremplazable”, lamenta.

Después del incendio, la familia se alojó en un Airbnb durante una semana antes de mudarse a un apartamento en Alhambra. Si bien él y su esposa conservaron sus trabajos, reconstruir sus vidas ha sido un desafío. “Ha sido un proceso difícil para nosotros y para los niños también”, comparte Richard. “Pero creo que las bicicletas les han devuelto la normalidad”.

“No tienen idea de cuánta alegría les han dado estas bicicletas a mis hijos”, dice Richard. “Para Jack, significa independencia y la libertad de montar cuando quiera. Y para Luna, es la oportunidad de seguir aprendiendo a maniobrarla y de sentirse como una niña grande”.

Para la familia Stebbins, las bicicletas no solo les han ofrecido transporte, sino también diversión, ejercicio y la oportunidad de conectar con la comunidad. “Se han convertido en parte de nuestro proceso de sanación como familia”, dice Richard.

Jack Stebbins disfruta de la sensación de libertad mientras maneja su bicicleta.

Una invitación a ayudar

Cuando se pierde todo, reponer artículos esenciales como comida y ropa siempre es lo primero. Sin embargo, reemplazar bicicletas viene mucho después ya que puede ser costoso, más de lo que muchas familias con dificultades pueden permitirse.

“Hemos recibido mucha ayuda de la comunidad, pero me di cuenta de que Adopt-A-Bike fue el único programa que nos ayudó con bicicletas. ¡Es increíble!”, dice Richard. “Si eres una empresa o una persona que puede donar, te animo a que lo hagas… Estamos eternamente agradecidos con Metro y con Day One por estas bicicletas para nuestros hijos”.

Rafaela coincide, señalando que algo que ya no usas puede resultar ser un tesoro para alguien más. “Si tienes una bicicleta que se está empolvando o sin usar, ¡dónala! Será de gran ayuda para alguien que, como yo, lo ha perdido todo”.

Metro y nuestras organizaciones asociadas siguen recolectando bicicletas para donarlas a familias necesitadas. Si tienes una bicicleta nueva o usada que te gustaría donar, llévala a:

Day One, Pasadenagodayone.org
175 N. Euclid Ave., martes, miércoles y jueves, de 9:30 a. m. a 5:30 p. m.
📧 DOBike@godayone.org | 📞 (626) 657-8744

Cada donación ayuda a alguien a salir adelante. Mantengamos la generosidad en marcha!